Todo el mundo piensa; piensa todo el tiempo y lo hace mediante palabras (lenguaje).  El pensamiento no solamente es parte de nuestra naturaleza lingüística, sino que debemos reconocer que el acto de pensar está siempre relacionado con contenidos, no se produce en el vacío; pensamos algo o acerca de algo. Pero mucho de nuestro pensar es, en sí mismo, arbitrario, distorsionado, parcializado, desinformado o prejuiciado. Tanto nuestra calidad de vida como la calidad de lo que producimos, hacemos o construimos dependen precisamente de la calidad de nuestro pensamiento. El pensamiento mediocre cuesta tanto en dinero como en calidad de vida. Por lo tanto, la excelencia en el pensamiento es muy deseable y ésta ha de ejercitarse de manera sistemática.